El vejamen a cargo del fiscal, acto final de toda reunión académica en el XVII, no era más que una variedad del género de los sueños, donde los dardos caricaturescos se abatían sobre los poetas participantes; se trata, en consecuencia, de textos de circunstancias a medio camino entre la sátira y el encomio, aunque en rigor no sean ni lo uno ni lo otro, puesto que emplean recursos técnicos parecidos a los textos satíricos, pero con la intención, no ya de censurar violentemente, sino de celebrar de manera festiva a los miembros destacados del reducido parnaso académico dentro del cual se concibieron. Entre las academias más importantes de la centuria, ocupa un lugar destacado la de Francisco de Mendoza, que, nacida de las cenizas de la de Medrano, empezó su actividad en 1623. De esta academia se conservan cuatro vejámenes en prosa y uno en verso. El de José Camerino, que apareció muchos lustros después de su composición y lectura, al insertarse en La dama beata (1655), constituye el último de la serie desde el punto de vista no solo de la divulgación, sino también de la redacción: razón por la cual, observándolo al trasluz, por así decir, no es complicado reconocer en su interior las huellas de los vejámenes anteriores. El humilde objeto de estas páginas no es otro que el de mostrar hasta qué punto el vejamen de La dama beata intenta espigar lo mejor de cada uno de sus modelos: las sátiras de Pantaleón y, aún más, La Cintia de Aranjuez.

Camerino y los vejámenes de la Academia de Mendoza

TANGANELLI, Paolo
2017

Abstract

El vejamen a cargo del fiscal, acto final de toda reunión académica en el XVII, no era más que una variedad del género de los sueños, donde los dardos caricaturescos se abatían sobre los poetas participantes; se trata, en consecuencia, de textos de circunstancias a medio camino entre la sátira y el encomio, aunque en rigor no sean ni lo uno ni lo otro, puesto que emplean recursos técnicos parecidos a los textos satíricos, pero con la intención, no ya de censurar violentemente, sino de celebrar de manera festiva a los miembros destacados del reducido parnaso académico dentro del cual se concibieron. Entre las academias más importantes de la centuria, ocupa un lugar destacado la de Francisco de Mendoza, que, nacida de las cenizas de la de Medrano, empezó su actividad en 1623. De esta academia se conservan cuatro vejámenes en prosa y uno en verso. El de José Camerino, que apareció muchos lustros después de su composición y lectura, al insertarse en La dama beata (1655), constituye el último de la serie desde el punto de vista no solo de la divulgación, sino también de la redacción: razón por la cual, observándolo al trasluz, por así decir, no es complicado reconocer en su interior las huellas de los vejámenes anteriores. El humilde objeto de estas páginas no es otro que el de mostrar hasta qué punto el vejamen de La dama beata intenta espigar lo mejor de cada uno de sus modelos: las sátiras de Pantaleón y, aún más, La Cintia de Aranjuez.
2017
978-84-9895-190-5
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