La formación del sujeto en la temporarada de la incertidumbre

Con estas breves reflexiones trataremos de indagar el sentido de la formación a partir del topos del Sujeto al que percibimos en su procesualidad interrelacional con el mundo. Si pensamos en el sujeto con el lenguaje de la epistemología de la formación, lo hacemos según una práctica de la distinción. En este contexto, el pensamiento es obra de un discernimiento paciente, tan amplio como el espectro de los significados que atraviesan este topos. Un primer marco de significado que contiene la amplia gama de significados que el Sujeto construye, es la Conciencia, como bien lo enseñó Descartes. El Cogito ergo sum, de hecho sella la correspondencia entre el pensamiento y quien piensa, porque no existe otro tipo de pensamiento que aquel claro y distinto, autoevidente, cierto, y desde luego, consciente, tal como lo postula Descartes. Aquí el Sujeto equivale a Conciencia que es pensamiento. Nosotros, sin embargo, hablamos de Conciencia en cuanto instancia que está vigilante en su actuar cognitivo, o bien, para usar una feliz expresión de Whitehead, que “se percibe percibiendo”.